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Descriptor de cargo: Técnico de Mantenimiento Eléctrico

Propósito

El Técnico de Mantenimiento Eléctrico tiene como propósito ejecutar labores de mantenimiento preventivo, diagnóstico y reparación de equipos eléctricos en una planta energética, asegurando la continuidad operativa y el cumplimiento de estándares de seguridad. Su labor contribuye directamente a la confiabilidad de los sistemas eléctricos, optimizando la eficiencia operativa de la generación de energía y reduciendo tiempos de inactividad.

Descripción general

El Técnico de Mantenimiento Eléctrico es un Soporte Avanzado, con rol de contribuyente individual, y no corresponde a un cargo crítico. Pertenece a la función de Mantenimiento, la cual está clasificada como función clave del negocio. El cargo reporta directamente al Supervisor de Mantenimiento Eléctrico.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 80% de actividades operativas, un 20% de actividades tácticas y sin dedicación a actividades estratégicas. Su labor se centra en ejecutar actividades de mantenimiento preventivo y correctivo en equipos eléctricos, asegurar el cumplimiento de protocolos de seguridad y reportar condiciones anómalas, contribuyendo a la continuidad operativa de los sistemas eléctricos de la planta.

Contribuye directamente a la disponibilidad y confiabilidad de los sistemas eléctricos, reduciendo tiempos de inactividad y riesgos operacionales. Su impacto se concentra en el área operativa inmediata, apoyando al equipo de mantenimiento y coordinándose con otras áreas técnicas para asegurar el funcionamiento continuo y seguro de los equipos bajo su responsabilidad.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Técnico de Mantenimiento Eléctrico requiere conocimientos técnicos sólidos en electricidad industrial, sistemas de generación y distribución eléctrica, adquiridos principalmente mediante formación técnica y experiencia práctica. Debe aplicar procedimientos estandarizados y manejar instrumentos de diagnóstico y herramientas especializadas para ejecutar mantenimientos seguros y efectivos.

Conocimiento del negocio: El cargo demanda conocimiento práctico de las operaciones de la planta energética, en particular de los sistemas eléctricos y su relevancia para la continuidad operativa. Este conocimiento permite priorizar acciones de mantenimiento y comprender el impacto que tienen las fallas eléctricas en los indicadores de producción y seguridad.

Desafío

Resolución de problemas: El ocupante del cargo enfrenta problemas técnicos rutinarios con cierto grado de variabilidad. Requiere capacidad para diagnosticar fallas, interpretar planos eléctricos y aplicar soluciones técnicas bajo estándares definidos. En situaciones excepcionales, puede contribuir con ideas para ajustar procedimientos o prevenir eventos recurrentes.

Liderazgo: El cargo no tiene responsabilidad formal de liderazgo sobre personas, pero se espera que colabore activamente con otros técnicos, comparta buenas prácticas y apoye el cumplimiento colectivo de los estándares de mantenimiento. Puede guiar a técnicos de menor experiencia durante la ejecución de ciertas tareas.

Comunicación: Debe comunicarse eficazmente con su jefatura, otros técnicos y operadores de planta, especialmente para informar hallazgos críticos o coordinar intervenciones. La claridad en la documentación de reportes técnicos y en el uso de sistemas de registro es esencial para asegurar trazabilidad y facilitar la toma de decisiones operativas.

Influencia

Autonomía: Opera bajo supervisión directa en la mayoría de sus tareas, pero se espera autonomía operativa para ejecutar rutinas de mantenimiento, diagnosticar fallas y aplicar medidas correctivas en situaciones dentro de su ámbito de competencia. Debe escalar oportunamente los casos que superen su alcance.

Forma del impacto: El impacto del cargo es directo, ya que las decisiones y acciones del Técnico de Mantenimiento Eléctrico afectan inmediatamente la operatividad y seguridad de los equipos eléctricos. Su trabajo bien ejecutado previene fallas, evita riesgos y mejora la disponibilidad de los activos técnicos de la planta.

Alcance del impacto: El impacto se circunscribe principalmente al área o sistema asignado, con influencia sobre el equipo de mantenimiento y operadores de planta. Sus entregables técnicos alimentan procesos de mejora continua, aunque no trascienden en forma directa a otras unidades de negocio o niveles organizacionales más amplios.

Responsabilidades

Actividades operativas (80%)

Actividades tácticas (20%)

Actividades estratégicas (0%)

No aplica para este cargo.

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Técnico de Mantenimiento Eléctrico mantiene interacción constante con supervisores de mantenimiento, otros técnicos y operadores de planta para coordinar intervenciones, validar condiciones de equipos y documentar actividades. A nivel externo, puede colaborar con proveedores técnicos o contratistas especializados para ejecutar tareas específicas, siempre bajo protocolos definidos por la organización.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en competencias. A continuación, se presentan las preguntas sugeridas para cada competencia identificada, junto con las expectativas de respuesta alineadas con los requerimientos del rol.

Competencias clave

Competencias deseables

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se define por su orientación al control operacional, la eficiencia técnica y la mejora continua. El trabajo se organiza bajo estándares exigentes, con liderazgo estructurado y foco en el cumplimiento de objetivos medibles. Los procesos se ejecutan en contextos que requieren precisión, atención a normas y capacidad de respuesta ante condiciones cambiantes. Las relaciones laborales son mayoritariamente funcionales, con un énfasis en la claridad de roles, la responsabilidad individual y la alineación con estándares organizacionales. La toma de decisiones privilegia la reducción de riesgos y la consistencia estructural, con márgenes acotados de autonomía.

En esta organización, la prioridad está en el rendimiento individual, el reconocimiento por logros y la consolidación de estatus profesional, más que en la orientación a causas compartidas o misiones éticas. Se privilegia el orden, la estabilidad y la previsibilidad operativa por sobre la exploración o la innovación. Las prácticas están orientadas al cumplimiento de estándares institucionales, aunque con menor énfasis en generar un entorno laboral estimulante. En cuanto a la dimensión relacional, se mantiene un equilibrio entre la expresión individual y la integración al grupo, sin predominancia marcada por ninguna. Este patrón configura un entorno donde encajan personas orientadas a la eficiencia, comprometidas con el deber, y con alta capacidad para operar dentro de marcos estructurados y exigentes.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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