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Descriptor de cargo: Supervisor de Mantenimiento

Propósito

El Supervisor de Mantenimiento tiene como propósito asegurar la correcta ejecución de los planes de mantenimiento preventivo y correctivo en los equipos de mina, garantizando la continuidad operacional y el cumplimiento de los estándares de seguridad. Su labor es clave para mantener la disponibilidad de los activos críticos y contribuir al cumplimiento del programa de producción de la compañía minera.

Descripción general

El Supervisor de Mantenimiento es un Supervisor de Ejecución, con rol de gestor de equipos, y corresponde a un cargo crítico. Pertenece a la función de Mantenimiento de Equipos, la cual está clasificada como función clave del negocio. El cargo reporta directamente al Jefe de Mantenimiento de Mina.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 70% de actividades operativas, un 30% de actividades tácticas y sin dedicación a actividades estratégicas. Su labor combina la coordinación de recursos humanos y técnicos, supervisión en terreno de trabajos de mantenimiento, control de cumplimiento de procedimientos y reportabilidad diaria de avances y desviaciones operacionales.

Contribuye directamente a la disponibilidad y confiabilidad de los equipos mineros, asegurando la continuidad operacional del proceso productivo. Su impacto abarca la gestión eficiente de cuadrillas de mantenimiento y la interacción con otras áreas operativas para cumplir con los planes de producción definidos por la compañía.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El cargo requiere un dominio técnico avanzado en mantenimiento mecánico y eléctrico de equipos móviles, adquirido mediante formación técnica o profesional, y consolidado con experiencia práctica en terreno. El Supervisor de Mantenimiento debe aplicar procedimientos complejos, interpretar manuales técnicos y liderar intervenciones críticas, garantizando el cumplimiento de estándares de seguridad, calidad y confiabilidad en la ejecución de las tareas.

Conocimiento del negocio: Se requiere una comprensión operativa de los procesos mineros y de la cadena de valor asociada a la producción, especialmente en lo relativo al impacto del mantenimiento sobre la disponibilidad de equipos. El Supervisor de Mantenimiento debe alinear sus decisiones con las metas de producción, entendiendo el contexto organizacional y las prioridades de la operación para optimizar los recursos asignados.

Desafío

Resolución de problemas: El cargo exige identificar y resolver desviaciones en tiempo real, muchas veces bajo presión y con recursos limitados. Requiere análisis rápido de causas de fallas, priorización de actividades y toma de decisiones inmediatas para evitar la detención prolongada de equipos críticos. Se espera capacidad para escalar situaciones complejas y colaborar con ingeniería de mantenimiento.

Liderazgo: El Supervisor de Mantenimiento lidera directamente equipos de técnicos en terreno, siendo responsable por su desempeño, seguridad y cumplimiento de metas operacionales. Su liderazgo se manifiesta en la organización de turnos, asignación de tareas, motivación del equipo y comunicación efectiva con su jefatura. Debe guiar con el ejemplo y mantener altos estándares de exigencia y cumplimiento.

Comunicación: Debe comunicar instrucciones claras y oportunas a su equipo, registrar avances diarios y reportar desviaciones a su jefatura. Se requiere habilidad para coordinar con otras áreas como operaciones, planificación y salud y seguridad ocupacional. Su comunicación debe ser precisa, orientada a la acción y adaptada tanto al lenguaje técnico como operativo.

Influencia

Autonomía: Opera con autonomía significativa en la ejecución de las tareas diarias y toma decisiones inmediatas para asegurar la continuidad del proceso. Aunque se enmarca dentro de planes y lineamientos definidos, el Supervisor de Mantenimiento ajusta las acciones en terreno según condiciones reales, gestionando prioridades, recursos y contingencias.

Forma del impacto: El impacto del cargo es directo y concreto, ya que las decisiones del Supervisor de Mantenimiento inciden en la operatividad y disponibilidad de equipos, afectando el cumplimiento del plan de producción. Su desempeño contribuye a evitar detenciones no programadas, asegurar condiciones seguras de trabajo y mejorar la eficiencia del mantenimiento.

Alcance del impacto: El alcance del impacto es a nivel de equipos y procesos operativos en una unidad productiva específica (mina). Influye sobre las cuadrillas bajo su supervisión y sobre otras áreas que dependen de la disponibilidad de equipos. Su gestión se refleja en indicadores operacionales de disponibilidad, cumplimiento de programas y seguridad en terreno.

Responsabilidades

Actividades operativas (70%)

Actividades tácticas (30%)

Actividades estratégicas (0%)

No aplica para este cargo.

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Supervisor de Mantenimiento mantiene interacción constante con el área de Operaciones, Planificación y Seguridad para coordinar tareas, validar requerimientos y garantizar condiciones seguras de trabajo. Externamente, se relaciona con proveedores de servicios técnicos y repuestos, gestionando la ejecución de servicios contratados, evaluando el desempeño y resolviendo aspectos operativos según los requerimientos de la operación.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en competencias. A continuación, se presentan las preguntas sugeridas para cada competencia identificada, junto con las expectativas de respuesta alineadas con los requerimientos del rol.

Competencias clave

Competencias deseables

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se estructura sobre principios de orden, precisión y cumplimiento riguroso de estándares operativos. El entorno laboral está definido por jerarquías claras, procesos formales y una alta orientación al control de riesgos. Las relaciones tienden a ser funcionales y orientadas al cumplimiento de roles bien definidos, con liderazgos que ejercen autoridad técnica y operativa. Se prioriza la estabilidad estructural, la eficiencia continua y la capacidad de respuesta ante escenarios exigentes, en un marco donde el apego a procedimientos y la seguridad son fundamentales para la operación diaria.

Esta organización privilegia la visibilidad del rendimiento y el reconocimiento profesional por sobre las causas colectivas o el bienestar social. El foco cultural está puesto en alcanzar metas exigentes y posicionarse individualmente, más que en adherirse a misiones trascendentes. La necesidad de orden, previsibilidad y control domina ampliamente frente a la búsqueda de innovación o apertura al cambio. A nivel relacional, se mantiene un equilibrio entre seguir normas y generar ambientes de trabajo agradables, aunque con una leve preferencia por el cumplimiento estructural. Finalmente, se observa una tensión balanceada entre la integración al grupo y la expresión personal, sin una inclinación marcada hacia ninguno de los dos polos. Este patrón impulsa un entorno donde prosperan personas disciplinadas, responsables y orientadas a resultados, capaces de actuar con claridad en marcos normativos exigentes.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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