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Descriptor de cargo: Superintendente de Operaciones Mina

Propósito

El Superintendente de Operaciones Mina tiene como propósito liderar la ejecución eficiente, segura y sostenible de la operación minera, asegurando el cumplimiento de metas productivas y estratégicas. Su gestión influye directamente en la continuidad operacional, la eficiencia de los recursos y el alineamiento con los objetivos corporativos definidos por la alta dirección.

Descripción general

El Superintendente de Operaciones Mina es un Gerente Intermedio, con rol de gestor de equipos, y corresponde a un cargo crítico para la continuidad operacional. Pertenece a la función de Operaciones Mineras, clasificada como función clave del negocio. El cargo reporta directamente al Gerente de Operaciones Mina y Planta, quien a su vez reporta al Vicepresidente de Operaciones.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 50% de actividades estratégicas y un 50% de actividades tácticas. El rol combina la planificación y supervisión de la producción minera, el liderazgo de equipos multidisciplinarios, el control de costos y recursos, y la alineación de la operación con los lineamientos estratégicos de la compañía.

Su impacto se refleja en la eficiencia, seguridad y sostenibilidad de la operación minera. Influye directamente en el desempeño de múltiples equipos operativos, aportando insumos claves para la toma de decisiones estratégicas. Su alcance organizacional abarca desde la ejecución diaria hasta la coordinación con niveles ejecutivos de la organización.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Superintendente de Operaciones Mina debe poseer un dominio técnico avanzado en planificación, producción y control operacional en minería. Este conocimiento, adquirido mediante formación profesional y experiencia intensiva, le permite liderar equipos complejos y tomar decisiones operacionales críticas, integrando además criterios de seguridad, medioambiente y costos, claves para el cumplimiento de objetivos organizacionales en faena.

Conocimiento del negocio: Requiere una comprensión integral de cómo las operaciones mineras se articulan con las metas corporativas. Su conocimiento abarca márgenes operacionales, estructuras de costo, productividad por unidad y dinámicas de mercado del cobre. Este entendimiento le permite alinear decisiones tácticas con la estrategia general, anticipando riesgos y proponiendo ajustes coherentes con el negocio.

Desafío

Resolución de problemas: Enfrenta desafíos operacionales complejos como desvíos en producción, fallas técnicas, problemas de seguridad o condiciones climáticas adversas. Debe analizar información en tiempo real, considerar precedentes y diseñar soluciones sostenibles. Su criterio técnico y su capacidad de análisis bajo presión son esenciales para mantener la continuidad y eficiencia en la faena minera.

Liderazgo: Lidera directamente a un equipo de 12 profesionales y coordina transversalmente con múltiples áreas operativas. Establece metas, evalúa resultados, asigna recursos y promueve la mejora continua. Su rol requiere capacidad para motivar, desarrollar personas, resolver conflictos y generar cohesión en equipos bajo presión y condiciones laborales exigentes.

Comunicación: Debe comunicarse de forma efectiva con líderes operativos, ejecutivos y colaboradores de terreno. Utiliza habilidades de persuasión, claridad técnica y síntesis para transmitir instrucciones, presentar resultados y alinear a los equipos con los objetivos estratégicos. Su comunicación incide directamente en la ejecución oportuna y en la toma de decisiones claves.

Influencia

Autonomía: Opera con un alto nivel de autonomía en decisiones operacionales, presupuestarias y tácticas. Su criterio profesional es clave en contextos de cambio o emergencia. Si bien se alinea con las directrices de la Gerencia de Operaciones, lidera de forma independiente los planes diarios y semanales, proponiendo ajustes ante desviaciones o imprevistos.

Forma del impacto: Su trabajo impacta directamente en la continuidad operacional, la productividad y la seguridad de la faena. Aporta asesoría clave a la Gerencia de Operaciones, incidiendo en decisiones estratégicas. Su capacidad de ejecución determina el cumplimiento de metas clave, la eficiencia del uso de recursos y la generación de valor para el negocio.

Alcance del impacto: Su alcance se concentra en la unidad de Operaciones Mina, influyendo transversalmente en todas las áreas involucradas: mantenimiento, geología, seguridad y recursos humanos. Su gestión impacta tanto en la ejecución diaria como en la planificación de mediano plazo, y contribuye al alineamiento con objetivos organizacionales de mayor escala.

Responsabilidades

Actividades operativas (0%)

No aplica para este cargo.

Actividades tácticas (50%)

Actividades estratégicas (50%)

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Superintendente de Operaciones Mina mantiene interacción constante con áreas internas como Mantenimiento, Geología, Seguridad y Recursos Humanos, coordinando actividades operativas, gestionando recursos y resolviendo contingencias. Externamente, interactúa con contratistas y proveedores de servicios especializados, asegurando el cumplimiento de estándares operacionales, seguridad y calidad en la ejecución de labores en terreno.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en logros. El candidato deberá presentar entre 3 y 5 logros relevantes, describiendo la complejidad del problema enfrentado, los desafíos de liderazgo y comunicación, el grado de autonomía con que actuó y el impacto generado en la organización.

Descripción de logros

1. Complejidad del problema:

Grado de dificultad, ambigüedad o novedad del problema enfrentado, considerando múltiples variables e impactos organizacionales.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo resolvió un problema operacional complejo en la mina, integrando experiencia técnica previa y datos operacionales para optimizar procesos, mejorar la seguridad o eficiencia y cumplir metas en un entorno altamente exigente.

2. Desafío de liderazgo:

Nivel de influencia, coordinación y movilización de personas o equipos requeridos para avanzar hacia una solución efectiva.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo estableció metas claras para equipos de turno, alineó prioridades de seguridad y producción, gestionó recursos humanos y presupuestos, e impulsó mejoras de desempeño mediante planificación y seguimiento riguroso.

3. Desafío de comunicación:

Esfuerzo necesario para alinear intereses, persuadir actores clave y facilitar decisiones en contextos diversos o con información sensible.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo adaptó mensajes técnicos y estratégicos según interlocutores —desde operadores hasta la alta dirección—, influenciando decisiones críticas, resolviendo conflictos operacionales o facilitando coordinación interfuncional.

4. Grado de autonomía:

Nivel de independencia en el análisis, decisión y ejecución, sin necesidad de supervisión directa o validaciones jerárquicas constantes.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo enfrentó una contingencia productiva o de seguridad con escasa supervisión, tomando decisiones clave y aplicando criterios técnicos para restablecer operaciones o prevenir desviaciones críticas.

5. Impacto organizacional:

Manera en que la acción realizada transformó estructuras, procesos o decisiones, modificando el funcionamiento o dirección de la organización.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo su gestión influyó en indicadores clave de producción, accidentabilidad o costos, y cómo sus decisiones fueron consideradas en la planificación anual o en la reformulación de procesos estructurales en la operación minera.

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se estructura sobre principios de orden, precisión y cumplimiento riguroso de estándares operativos. El entorno laboral está definido por jerarquías claras, procesos formales y una alta orientación al control de riesgos. Las relaciones tienden a ser funcionales y orientadas al cumplimiento de roles bien definidos, con liderazgos que ejercen autoridad técnica y operativa. Se prioriza la estabilidad estructural, la eficiencia continua y la capacidad de respuesta ante escenarios exigentes, en un marco donde el apego a procedimientos y la seguridad son fundamentales para la operación diaria.

Esta organización privilegia la visibilidad del rendimiento y el reconocimiento profesional por sobre las causas colectivas o el bienestar social. El foco cultural está puesto en alcanzar metas exigentes y posicionarse individualmente, más que en adherirse a misiones trascendentes. La necesidad de orden, previsibilidad y control domina ampliamente frente a la búsqueda de innovación o apertura al cambio. A nivel relacional, se mantiene un equilibrio entre seguir normas y generar ambientes de trabajo agradables, aunque con una leve preferencia por el cumplimiento estructural. Finalmente, se observa una tensión balanceada entre la integración al grupo y la expresión personal, sin una inclinación marcada hacia ninguno de los dos polos. Este patrón impulsa un entorno donde prosperan personas disciplinadas, responsables y orientadas a resultados, capaces de actuar con claridad en marcos normativos exigentes.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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