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Descriptor de cargo: Psicopedagogo

Propósito

El Psicopedagogo tiene como propósito brindar apoyo especializado a estudiantes con dificultades de aprendizaje, mediante evaluaciones, intervenciones y coordinación con el equipo educativo. Su labor permite una atención oportuna, adaptada a las necesidades de cada estudiante, contribuyendo directamente a su inclusión, bienestar y desarrollo académico dentro del establecimiento escolar.

Descripción general

El Psicopedagogo es un Profesional Intermedio, con rol de contribuyente individual. Pertenece a la función de Apoyo Educativo, clasificada como una función de soporte para el establecimiento educacional. El cargo reporta directamente al Coordinador del Programa de Integración Escolar (PIE).

Sus responsabilidades se distribuyen en un 70% de actividades operativas, un 30% de actividades tácticas y sin dedicación a actividades estratégicas. Su labor combina evaluaciones psicopedagógicas, intervenciones individualizadas, elaboración de planes de apoyo, seguimiento del progreso estudiantil y coordinación con docentes y apoderados para favorecer la inclusión educativa.

Contribuye directamente al bienestar y al desarrollo académico de los estudiantes mediante intervenciones especializadas y acompañamiento continuo. Su impacto se enfoca en el entorno escolar inmediato, influyendo en la adaptación y el aprendizaje de los alumnos, y facilitando la articulación entre docentes, apoderados y profesionales del equipo multidisciplinario.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Psicopedagogo debe contar con un conocimiento sólido en diagnóstico, intervención y evaluación psicopedagógica. Este conocimiento incluye el uso de pruebas estandarizadas, diseño de estrategias de apoyo educativo, y comprensión del desarrollo cognitivo y emocional de los estudiantes. Se espera dominio práctico adquirido tanto en la formación universitaria como en la experiencia directa en contextos escolares.

Conocimiento del negocio: Requiere comprender en profundidad la dinámica escolar, incluyendo el marco normativo del sistema educativo, el funcionamiento del Programa de Integración Escolar (PIE), y las necesidades del entorno social y comunitario en el que se desempeña. Esta comprensión permite al Psicopedagogo adaptar su intervención al contexto institucional y contribuir de manera efectiva a la inclusión escolar.

Desafío

Resolución de problemas: El cargo exige resolver casos diversos de dificultades de aprendizaje y adaptación escolar, considerando múltiples factores personales, familiares y contextuales. El Psicopedagogo debe analizar información cualitativa y cuantitativa, identificar barreras para el aprendizaje y diseñar soluciones personalizadas que sean viables en el entorno escolar. La resolución efectiva requiere juicio profesional y criterios técnicos sólidos.

Liderazgo: Aunque no ejerce liderazgo formal de equipos, el Psicopedagogo debe influir positivamente en docentes, apoderados y estudiantes para implementar sus recomendaciones. Su capacidad para guiar procesos de cambio a nivel individual y grupal, desde una posición técnica, es clave para el éxito de las intervenciones psicopedagógicas.

Comunicación: El rol demanda habilidades comunicacionales avanzadas, tanto para recoger información en entrevistas y evaluaciones como para comunicar diagnósticos, recomendaciones y avances de manera clara y empática. La comunicación efectiva con docentes, familias y estudiantes es central para generar vínculos de confianza y lograr el compromiso con las estrategias definidas.

Influencia

Autonomía: El Psicopedagogo trabaja con un nivel medio de autonomía. Si bien debe alinearse con el equipo PIE y las directrices institucionales, toma decisiones técnicas en la elaboración de diagnósticos, estrategias de intervención y recomendaciones. Su trabajo requiere criterio profesional y capacidad de autorregulación frente a situaciones diversas.

Forma del impacto: El impacto del cargo es principalmente directo sobre el aprendizaje, la adaptación escolar y el bienestar emocional de los estudiantes. A través de sus intervenciones, contribuye a mejorar la experiencia educativa de niños y jóvenes con necesidades especiales, favoreciendo su progreso académico y su integración en el aula regular.

Alcance del impacto: El impacto del Psicopedagogo se concentra a nivel de estudiantes individuales y pequeños grupos, extendiéndose a docentes y familias mediante recomendaciones, talleres y seguimiento. Si bien no tiene un alcance institucional amplio, su trabajo influye en la inclusión y el desarrollo de una cultura escolar más equitativa y centrada en el estudiante.

Responsabilidades

Actividades operativas (70%)

Actividades tácticas (30%)

Actividades estratégicas (0%)

No aplica para este cargo.

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Psicopedagogo mantiene relación permanente con docentes, equipo de aula, UTP y el equipo PIE, colaborando en el diseño y seguimiento de planes de apoyo individual. A nivel externo, interactúa con apoderados en reuniones de orientación y devolución de resultados, y en algunos casos, con especialistas externos o redes de apoyo para articular intervenciones multidisciplinarias.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en competencias. A continuación, se presentan las preguntas sugeridas para cada competencia identificada, junto con las expectativas de respuesta alineadas con los requerimientos del rol.

Competencias clave

Competencias deseables

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se caracteriza por un entorno humano, participativo y orientado al desarrollo mutuo. Las relaciones laborales tienden a construirse sobre la empatía, la colaboración y el acompañamiento, con un liderazgo que guía desde la cercanía más que desde la autoridad formal. Se valora la estabilidad emocional, la contención interpersonal y el compromiso con una misión compartida, reforzada por dinámicas inclusivas y espacios de reflexión colectiva. El trabajo cotidiano privilegia el vínculo, el aprendizaje recíproco y la posibilidad de contribuir al crecimiento de otros, en un clima que equilibra calidez relacional con estructuras moderadas y apertura al cambio.

La cultura de esta organización tiende a priorizar el compromiso colectivo y el bienestar compartido por sobre el logro individual o la visibilidad profesional. Las decisiones se orientan a propósitos comunes más que a la ambición personal, marcando un patrón colaborativo. Frente a la tensión entre estabilidad y cambio, ambas fuerzas se equilibran, generando un entorno donde la apertura a nuevas ideas convive con la necesidad de orden. En cuanto al equilibrio entre el cumplimiento de normas y la experiencia positiva del trabajo, existe una inclinación hacia entornos que promueven bienestar emocional sin dejar de lado la consistencia organizacional. Finalmente, se privilegia la conexión interpersonal, la cohesión y el sentido de comunidad, por sobre la expresión individual sin filtros. Este patrón motiva la incorporación de personas empáticas, cooperativas y emocionalmente disponibles, capaces de integrarse con naturalidad a una cultura orientada a lo relacional y al desarrollo compartido.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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