Volver a ejemplos

Descriptor de cargo: Ingeniero Agrónomo de Producción

Propósito

El Ingeniero Agrónomo de Producción tiene como propósito asegurar el cumplimiento eficiente y sustentable del plan de producción agrícola, supervisando la ejecución técnica en terreno y gestionando recursos para optimizar rendimientos y calidad. Su rol impacta directamente en la productividad del predio, el cumplimiento de metas de la empresa y la mejora continua de los procesos agroindustriales.

Descripción general

El Ingeniero Agrónomo de Producción es un Profesional de Nivel Intermedio, con rol de contribuyente individual, y corresponde a un cargo no crítico. Pertenece a la función de Producción Agrícola, clasificada como función clave del negocio. El cargo reporta directamente al Jefe de Producción del predio correspondiente.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 30% de actividades operativas, un 50% de actividades tácticas y un 20% de actividades estratégicas. El cargo combina el acompañamiento técnico en terreno, la gestión operativa de los cultivos, el análisis productivo y la implementación de mejoras agronómicas, alineando permanentemente la operación con las metas productivas y los estándares definidos.

Contribuye directamente al cumplimiento del plan de producción y a la mejora continua del desempeño agrícola mediante la supervisión técnica de terreno y la gestión eficiente de recursos. Su impacto abarca desde la unidad productiva específica hasta el equipo técnico del predio, influyendo en la calidad, eficiencia y trazabilidad de los procesos agrícolas.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El cargo exige conocimientos profesionales sólidos en agronomía, incluyendo fisiología vegetal, manejo de suelos, sanidad de cultivos y técnicas de producción intensiva. Se requiere dominio práctico de procesos agrícolas y criterios técnicos para la toma de decisiones en terreno. Este conocimiento es aplicado para asegurar la correcta ejecución de labores, el cumplimiento de protocolos y la mejora técnica del desempeño productivo.

Conocimiento del negocio: Requiere conocimiento del negocio agroindustrial, incluyendo comprensión de la cadena de valor agrícola, estacionalidades, exigencias de exportación y metas de productividad. El Ingeniero Agrónomo de Producción debe alinear sus acciones con los objetivos productivos del predio, considerando variables como calidad, costo, clima, sustentabilidad y cumplimiento de normativas, aportando a la competitividad de la operación.

Desafío

Resolución de problemas: El cargo enfrenta problemas técnicos y operativos en condiciones variables del entorno agrícola, como plagas, condiciones climáticas adversas o desviaciones en rendimientos. Se espera que el Ingeniero Agrónomo de Producción analice causas, evalúe alternativas y proponga soluciones técnicas eficaces. Requiere pensamiento analítico y uso de experiencia para resolver desafíos en terreno con impacto directo en los resultados del cultivo.

Liderazgo: Aunque no lidera equipos formales, el Ingeniero Agrónomo de Producción influye en encargados de campo y operarios a través de su asesoría técnica y capacidad de coordinación. Se espera liderazgo técnico basado en credibilidad, empuje y capacidad de guiar la ejecución correcta de procesos agronómicos, promoviendo buenas prácticas y alineando al equipo operativo con los estándares definidos.

Comunicación: Debe comunicar directrices técnicas, entregar retroalimentación en terreno y reportar información productiva de forma clara y oportuna. La comunicación del Ingeniero Agrónomo de Producción debe ser efectiva tanto hacia personal operativo como hacia supervisores, adaptándose al nivel técnico del interlocutor para asegurar comprensión, alineamiento y acción sobre aspectos clave del manejo productivo.

Influencia

Autonomía: El Ingeniero Agrónomo de Producción trabaja con autonomía operativa significativa, tomando decisiones técnicas en terreno dentro de marcos definidos por el jefe de producción. Aunque debe respetar lineamientos generales, su criterio es clave para ajustar acciones a condiciones reales del cultivo, anticiparse a desviaciones productivas y proponer mejoras sin requerir validación constante.

Forma del impacto: El impacto del cargo se da a través de la mejora de procesos agrícolas, la supervisión de ejecución técnica y la propuesta de ajustes productivos. Aporta con conocimiento experto y asesoramiento técnico que influye directamente en la calidad de las decisiones operativas y en el cumplimiento del plan productivo, impactando los resultados técnicos y económicos del predio.

Alcance del impacto: Su influencia se extiende al equipo técnico-operativo del predio asignado, incluyendo encargados y operarios. También interactúa con áreas de apoyo como riego, maquinaria y calidad. Aunque su foco es local, sus recomendaciones pueden ser consideradas por otras unidades productivas o niveles superiores si demuestran resultados consistentes y replicables.

Responsabilidades

Actividades operativas (30%)

Actividades tácticas (50%)

Actividades estratégicas (20%)

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Ingeniero Agrónomo de Producción mantiene interacción constante con el Administrador del campo, Encargado de Riego, Encargado de Fitoprotección y otras áreas agrícolas para coordinar labores operativas, validar avances y ajustar actividades según condiciones agronómicas. Externamente, puede relacionarse con proveedores de insumos o servicios agrícolas para coordinar entregas y supervisar aplicaciones, asegurando el cumplimiento de especificaciones técnicas y de seguridad.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en logros. El candidato deberá presentar entre 3 y 5 logros relevantes, describiendo la complejidad del problema enfrentado, los desafíos de liderazgo y comunicación, el grado de autonomía con que actuó y el impacto generado en la organización.

Descripción de logros

1. Complejidad del problema:

Grado de dificultad, ambigüedad o novedad del problema enfrentado, considerando múltiples variables e impactos organizacionales.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo abordó una problemática productiva crítica, como plaga o estrés hídrico, aplicando criterios agronómicos, experiencia previa y monitoreo técnico para definir una solución eficaz y sostenible dentro del ciclo agrícola.

2. Desafío de liderazgo:

Nivel de influencia, coordinación y movilización de personas o equipos requeridos para avanzar hacia una solución efectiva.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo transfirió conocimientos técnicos a operarios o supervisores agrícolas, apoyando el aprendizaje en terreno y mejorando la aplicación de protocolos fitosanitarios, sin ejercer una jefatura formal directa.

3. Desafío de comunicación:

Esfuerzo necesario para alinear intereses, persuadir actores clave y facilitar decisiones en contextos diversos o con información sensible.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo explicó pautas técnicas o de calidad a personal de campo, certificadores o packing, adaptando el mensaje según el perfil del interlocutor para garantizar la comprensión y correcta implementación.

4. Grado de autonomía:

Nivel de independencia en el análisis, decisión y ejecución, sin necesidad de supervisión directa o validaciones jerárquicas constantes.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo tomó decisiones técnicas sobre manejo agronómico, control de plagas o ajustes de riego de forma autónoma, dentro del marco operativo definido, anticipando riesgos y asegurando continuidad productiva.

5. Impacto organizacional:

Manera en que la acción realizada transformó estructuras, procesos o decisiones, modificando el funcionamiento o dirección de la organización.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo su intervención contribuyó a mantener la calidad exportable del cultivo, reducir pérdidas o cumplir con estándares de certificación, mejorando los resultados operativos de la unidad productiva.

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se configura como un entorno humano y participativo, centrado en el compromiso interpersonal, la colaboración operativa y la continuidad del quehacer diario. El trabajo se desarrolla en contextos donde el respeto mutuo, la cercanía y la estabilidad emocional son clave para el funcionamiento. Los liderazgos se manifiestan de forma cercana y cuidadosa, favoreciendo vínculos horizontales y prácticas que refuerzan la cohesión del grupo. Se promueve el aprendizaje colectivo y la atención a los demás, en una cultura que equilibra contención relacional con estructuras claras y una disposición moderada al cambio cuando es funcional al bienestar común.

Esta organización tiende a privilegiar la orientación hacia propósitos compartidos por sobre el avance individual, reflejando un impulso cultural más altruista que competitivo. Existe un equilibrio entre la necesidad de estabilidad y la apertura a nuevas ideas, lo que genera un entorno en el que la previsibilidad opera como base para la mejora continua. Se observa una preferencia por el cumplimiento estructural y el respeto a normas organizacionales por sobre la búsqueda de ambientes laborales particularmente estimulantes o emocionalmente gratos. En las relaciones interpersonales predomina el sentido de pertenencia y la integración al colectivo, por encima de la expresión individual libre o la diferenciación personal. Este patrón cultural favorece a personas comprometidas, respetuosas y colaborativas, que valoran la estabilidad relacional y se orientan al bien común desde una lógica práctica y afectiva.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

Subir