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Descriptor de cargo: Gerente de Proyectos de Construcción

Propósito

El Gerente de Proyectos de Construcción tiene como propósito liderar la planificación, ejecución y control de grandes proyectos de construcción, asegurando el cumplimiento de los plazos, presupuestos y estándares de calidad definidos. Su gestión estratégica y táctica impacta directamente en la eficiencia operativa, la satisfacción del cliente y la rentabilidad del negocio, siendo un pilar fundamental para la sostenibilidad y competitividad de la empresa constructora.

Descripción general

El Gerente de Proyectos de Construcción es un cargo del nivel Gerente Intermedio, con rol de gestor de equipos, y corresponde a un cargo crítico dentro de la organización. Pertenece a la función de Proyectos de Construcción, clasificada como función clave del negocio. El cargo reporta directamente al Subgerente de Construcción.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 50% de actividades estratégicas, un 50% de actividades tácticas y sin dedicación a actividades operativas. Su labor combina la planificación de alto nivel, la gestión integral de proyectos y la articulación de equipos interdisciplinarios, asegurando que cada iniciativa constructiva se ejecute conforme a los objetivos organizacionales.

Contribuye directamente a la rentabilidad, eficiencia y competitividad del negocio mediante la ejecución exitosa de proyectos estratégicos de construcción. Su impacto se extiende desde la coordinación de equipos técnicos hasta la negociación con stakeholders externos, influenciando el desarrollo de infraestructura crítica y la sustentabilidad operativa de la empresa.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Gerente de Proyectos de Construcción requiere un dominio experto en planificación, ejecución y control de obras civiles e industriales. Debe comprender normas técnicas, regulaciones del rubro, y aplicar herramientas avanzadas de gestión de proyectos. Esta experticia proviene de formación profesional en ingeniería y una trayectoria consolidada en cargos similares, permitiéndole liderar iniciativas complejas con un alto estándar técnico.

Conocimiento del negocio: Debe poseer un conocimiento profundo del negocio de la construcción, entendiendo las dinámicas del mercado, el impacto financiero de sus decisiones y la interacción entre proyectos y estrategia corporativa. Este conocimiento le permite alinear cada proyecto con las metas organizacionales y tomar decisiones informadas que optimicen el uso de recursos y el posicionamiento competitivo de la empresa.

Desafío

Resolución de problemas: Enfrenta situaciones altamente complejas, que exigen identificar y resolver problemas técnicos, contractuales o logísticos que pueden comprometer los plazos, costos o calidad del proyecto. La resolución requiere análisis multidimensional, criterio técnico, habilidades de negociación y experiencia en manejo de incertidumbre y riesgos propios de la industria de la construcción.

Liderazgo: El cargo lidera equipos técnicos y administrativos, debiendo coordinar múltiples disciplinas y gestionar relaciones con clientes, proveedores y autoridades. Requiere habilidades para inspirar, alinear y supervisar el desempeño, delegando eficazmente y asegurando una cultura de cumplimiento, calidad y mejora continua en la ejecución de proyectos.

Comunicación: Debe comunicar de manera clara, estructurada y adaptada a distintos públicos: desde operativos hasta directivos y clientes externos. Esta habilidad es crítica para alinear expectativas, gestionar conflictos, presentar avances y defender decisiones técnicas o contractuales ante entes internos y externos, manteniendo siempre la coherencia institucional.

Influencia

Autonomía: Opera con alto grado de autonomía, gestionando decisiones clave sin supervisión directa constante. Define estrategias de ejecución, distribuye recursos y resuelve desviaciones, reportando resultados y proponiendo ajustes al nivel gerencial o directivo. Su rol implica iniciativa y responsabilidad directa sobre el éxito de los proyectos a su cargo.

Forma del impacto: Su impacto es directo y tangible en la rentabilidad de la empresa, la reputación con clientes y el cumplimiento de compromisos estratégicos. A través de la gestión eficiente de cada proyecto, influye en la eficiencia operativa, en la generación de valor para los stakeholders y en la consolidación del negocio a largo plazo.

Alcance del impacto: El alcance de sus decisiones y acciones se extiende a toda la organización, afectando múltiples áreas como Finanzas, Abastecimiento, Legal, Seguridad y Operaciones. También tiene un alcance externo relevante al interactuar con mandantes, proveedores, autoridades y comunidades, siendo responsable de representar los intereses de la empresa en entornos complejos.

Responsabilidades

Actividades operativas (0%)

No aplica para este cargo.

Actividades tácticas (50%)

Actividades estratégicas (50%)

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Gerente de Proyectos de Construcción interactúa constantemente con áreas internas como Ingeniería, Abastecimiento, Finanzas y Medio Ambiente para asegurar el cumplimiento de objetivos de cada proyecto. Externamente, coordina con contratistas, proveedores, fiscalizadores y autoridades regulatorias, liderando negociaciones, validando entregables críticos y representando institucionalmente a la compañía en procesos clave.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en logros. El candidato deberá presentar entre 3 y 5 logros relevantes, describiendo la complejidad del problema enfrentado, los desafíos de liderazgo y comunicación, el grado de autonomía con que actuó y el impacto generado en la organización.

Descripción de logros

1. Complejidad del problema:

Grado de dificultad, ambigüedad o novedad del problema enfrentado, considerando múltiples variables e impactos organizacionales.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo resolvió un problema técnico, logístico o contractual en un proyecto complejo, aplicando conocimientos previos y metodologías estructuradas para asegurar continuidad constructiva y control de desviaciones.

2. Desafío de liderazgo:

Nivel de influencia, coordinación y movilización de personas o equipos requeridos para avanzar hacia una solución efectiva.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo lideró un equipo multidisciplinario en obra, definiendo metas, asignando recursos, gestionando contratistas y cumpliendo con restricciones de plazos, seguridad y calidad.

3. Desafío de comunicación:

Esfuerzo necesario para alinear intereses, persuadir actores clave y facilitar decisiones en contextos diversos o con información sensible.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo gestionó una negociación o conflicto relevante con cliente, subcontratista o mandante, adaptando el mensaje y logrando consenso en decisiones clave del proyecto.

4. Grado de autonomía:

Nivel de independencia en el análisis, decisión y ejecución, sin necesidad de supervisión directa o validaciones jerárquicas constantes.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo tomó decisiones críticas en obra ante desviaciones de planificación o contingencias, sin requerir validación previa, asumiendo riesgos y rindiendo cuentas por los resultados técnicos y económicos.

5. Impacto organizacional:

Manera en que la acción realizada transformó estructuras, procesos o decisiones, modificando el funcionamiento o dirección de la organización.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo su gestión incidió en la rentabilidad del proyecto, cumplimiento contractual, satisfacción del cliente o generación de nuevas oportunidades de negocio para la empresa.

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se orienta a la planificación rigurosa, el cumplimiento de plazos y la eficiencia en la ejecución. El trabajo se organiza en torno a estructuras jerárquicas claras, roles bien definidos y procesos estandarizados, donde el control operativo es prioritario. El liderazgo combina autoridad técnica con seguimiento detallado de tareas, y las relaciones laborales se centran en la coordinación funcional más que en el vínculo personal. Se espera disciplina, alineamiento con normas y capacidad de adaptación a condiciones de alta exigencia técnica y operativa.

El foco organizacional está centrado en el logro visible y la validación profesional, con escasa atención a propósitos colectivos o éticos trascendentes. La necesidad de estructura, previsibilidad y control domina ampliamente sobre cualquier impulso a la innovación o el cambio. Se mantiene un equilibrio entre generar condiciones laborales satisfactorias y cumplir con los marcos normativos, sin énfasis marcado en ninguna de estas dimensiones. En términos relacionales, se permite cierta expresión personal, sin que ello reemplace la importancia de la colaboración funcional y la integración estructural. Este patrón favorece la incorporación de personas comprometidas con la eficiencia operativa, disciplinadas y capaces de rendir en contextos exigentes donde la precisión y el cumplimiento son clave.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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