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Descriptor de cargo: Director General

Propósito

El Director General lidera la organización con responsabilidad integral sobre su visión, estrategia y sostenibilidad. Su propósito es conducir el rumbo institucional en un entorno complejo, representar a la organización frente a actores clave, y garantizar la alineación entre las distintas funciones para alcanzar objetivos de largo plazo.

Descripción general

El Director General es el máximo cargo ejecutivo de la organización. Reporta directamente al Consejo Directivo, tiene responsabilidad sobre toda la compañía y lidera un equipo multidisciplinario. Pertenece a una función clave del negocio y su rol es considerado crítico.

Dedicado 100% a actividades estratégicas, el Director General formula la visión institucional, lidera procesos de transformación, coordina áreas clave y toma decisiones que afectan transversalmente a la organización. Su rol abarca tanto la mirada global del negocio como la representación pública de la institución.

Su impacto abarca todas las funciones, unidades y niveles de la organización. Influye en el posicionamiento institucional, la sostenibilidad financiera, la cultura organizacional y la proyección a largo plazo, siendo responsable ante el Consejo y la sociedad por los resultados globales.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: Posee un dominio integral de múltiples disciplinas esenciales, incluyendo estrategia organizacional, finanzas, operaciones, gestión de personas y entorno regulatorio. Aplica este conocimiento de forma transversal para tomar decisiones complejas y anticipar escenarios, articulando una visión que conecta la misión institucional con la sostenibilidad organizacional a largo plazo en entornos altamente dinámicos.

Conocimiento del negocio: Comprende profundamente el funcionamiento de la organización y su ecosistema externo. Anticipa cambios sociales, tecnológicos y regulatorios, ajustando la estrategia institucional a los desafíos del entorno competitivo. Integra intereses de distintos actores y toma decisiones que aseguran el posicionamiento, la legitimidad y la sostenibilidad de la organización en el tiempo.

Desafío

Resolución de problemas: Resuelve problemas altamente complejos en contextos de ambigüedad e incertidumbre. Integra variables estratégicas, políticas y operativas, considerando impactos reputacionales, financieros y humanos. Su pensamiento crítico y capacidad de síntesis permiten generar soluciones innovadoras, sostenibles y alineadas con la identidad institucional, incluso bajo presión o ante eventos inesperados.

Liderazgo: Ejercita un liderazgo institucional inspirador, movilizando a equipos ejecutivos y directivos hacia una visión transformadora. Promueve una cultura de colaboración, excelencia y rendición de cuentas, facilitando el alineamiento entre propósito, estrategia y acción. Gestiona el cambio, forma líderes emergentes y representa el espíritu y valores de la organización en todos sus niveles.

Comunicación: Se comunica de forma persuasiva, estratégica y coherente con audiencias diversas, incluyendo directorios, medios, autoridades, colaboradores y comunidad. Adapta su mensaje a cada interlocutor, facilitando el entendimiento de decisiones complejas y construyendo confianza institucional. La comunicación es una herramienta clave para posicionar a la organización y articular su propósito ante la sociedad.

Influencia

Autonomía: Opera con autonomía plena en la definición de objetivos estratégicos, estructuración de equipos y asignación de recursos. Toma decisiones que configuran el rumbo de toda la organización, dentro del marco general entregado por el Directorio. Es responsable de alinear la ejecución institucional con la visión aprobada y de proponer ajustes estratégicos cuando el contexto lo requiere.

Forma del impacto: Su impacto es directo y sistémico, ya que establece lineamientos, decisiones estratégicas y políticas organizacionales que definen el desempeño global. Influye en la identidad cultural, el marco ético y la sostenibilidad de largo plazo. Su gestión impacta también la percepción externa de la institución y su capacidad de articulación con el entorno.

Alcance del impacto: El impacto del rol abarca a toda la organización, incluyendo equipos ejecutivos, administrativos, operativos y comunidad asociada. Además, incide en stakeholders clave como directorios, autoridades, redes institucionales, socios estratégicos y medios. Su liderazgo configura relaciones internas y externas, afectando directamente la reputación y los resultados sostenibles del negocio.

Responsabilidades

Actividades operativas (0%)

No aplica para este cargo.

Actividades tácticas (0%)

No aplica para este cargo.

Actividades estratégicas (100%)

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

No aplica para este cargo.

Otros

Interacciones

El Director General mantiene interacciones constantes con el Consejo Directivo, el equipo ejecutivo, y líderes de áreas clave para asegurar la coherencia estratégica de la organización. A nivel externo, se relaciona con autoridades gubernamentales, socios institucionales, comunidades educativas y medios, representando a la institución y gestionando alianzas clave.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en logros. El candidato deberá presentar entre 3 y 5 logros relevantes, describiendo la complejidad del problema enfrentado, los desafíos de liderazgo y comunicación, el grado de autonomía con que actuó y el impacto generado en la organización.

Descripción de logros

1. Complejidad del problema:

Grado de dificultad, ambigüedad o novedad del problema enfrentado, considerando múltiples variables e impactos organizacionales.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo lideró la resolución de un problema estratégico sin precedentes, integrando variables académicas, financieras y políticas institucionales para establecer una nueva visión de desarrollo educativo.

2. Desafío de liderazgo:

Nivel de influencia, coordinación y movilización de personas o equipos requeridos para avanzar hacia una solución efectiva.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo movilizó a la alta dirección académica y administrativa para alinear propósitos y transformar la cultura institucional en un entorno desafiante y de alta visibilidad pública.

3. Desafío de comunicación:

Esfuerzo necesario para alinear intereses, persuadir actores clave y facilitar decisiones en contextos diversos o con información sensible.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo representó a la institución ante autoridades o comunidades educativas, articulando mensajes estratégicos complejos con impacto en legitimidad, reputación y posicionamiento institucional.

4. Grado de autonomía:

Nivel de independencia en el análisis, decisión y ejecución, sin necesidad de supervisión directa o validaciones jerárquicas constantes.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo definió e implementó una decisión estratégica con alto riesgo e impacto institucional sin supervisión directa, rindiendo cuentas solo al directorio o consejo superior.

5. Impacto organizacional:

Manera en que la acción realizada transformó estructuras, procesos o decisiones, modificando el funcionamiento o dirección de la organización.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo sus decisiones transformaron estructuralmente el rumbo institucional, impactando sostenibilidad, calidad académica y diferenciación estratégica en el ecosistema educativo.

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se caracteriza por un entorno humano, participativo y orientado al desarrollo mutuo. Las relaciones laborales tienden a construirse sobre la empatía, la colaboración y el acompañamiento, con un liderazgo que guía desde la cercanía más que desde la autoridad formal. Se valora la estabilidad emocional, la contención interpersonal y el compromiso con una misión compartida, reforzada por dinámicas inclusivas y espacios de reflexión colectiva. El trabajo cotidiano privilegia el vínculo, el aprendizaje recíproco y la posibilidad de contribuir al crecimiento de otros, en un clima que equilibra calidez relacional con estructuras moderadas y apertura al cambio.

La cultura de esta organización tiende a priorizar el compromiso colectivo y el bienestar compartido por sobre el logro individual o la visibilidad profesional. Las decisiones se orientan a propósitos comunes más que a la ambición personal, marcando un patrón colaborativo. Frente a la tensión entre estabilidad y cambio, ambas fuerzas se equilibran, generando un entorno donde la apertura a nuevas ideas convive con la necesidad de orden. En cuanto al equilibrio entre el cumplimiento de normas y la experiencia positiva del trabajo, existe una inclinación hacia entornos que promueven bienestar emocional sin dejar de lado la consistencia organizacional. Finalmente, se privilegia la conexión interpersonal, la cohesión y el sentido de comunidad, por sobre la expresión individual sin filtros. Este patrón motiva la incorporación de personas empáticas, cooperativas y emocionalmente disponibles, capaces de integrarse con naturalidad a una cultura orientada a lo relacional y al desarrollo compartido.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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