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Descriptor de cargo: Coordinador Académico

Propósito

El Coordinador Académico tiene como propósito principal asegurar la correcta planificación, implementación y seguimiento de los programas académicos de la unidad. Supervisa procesos clave como la carga docente, cumplimiento curricular, atención a profesores y gestión de acreditaciones. Su rol es clave para garantizar la calidad operativa y el cumplimiento de los objetivos académicos establecidos por la Dirección de Carrera.

Descripción general

El Coordinador Académico es un Supervisor de Resultados, con rol de gestor de equipos, y no corresponde a un cargo crítico. Pertenece a la función de Gestión Académica, clasificada como función clave del negocio. Reporta directamente al Director de Carrera, quien a su vez reporta al Vicerrector Académico.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 60% de actividades operativas y un 40% de actividades tácticas. Lidera la planificación académica, supervisa procesos curriculares, gestiona recursos académicos y coordina la ejecución del plan de estudios de manera eficaz y alineada con los estándares institucionales.

Su impacto se refleja en el cumplimiento del calendario académico, la eficiencia de los procesos curriculares y la calidad de la experiencia educativa para estudiantes y docentes. Afecta directamente el funcionamiento del equipo de coordinación y colabora estrechamente con unidades administrativas y académicas del campus.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Coordinador Académico debe contar con un manejo sólido de planificación académica, normativas curriculares, plataformas de gestión educativa y metodologías institucionales. Aplica estos conocimientos para ejecutar y monitorear procesos clave como la asignación docente, evaluación curricular y control de carga académica, asegurando el cumplimiento de los estándares internos y el funcionamiento eficiente de la operación académica dentro de su unidad o campus.

Conocimiento del negocio: El Coordinador Académico comprende la interdependencia entre su rol y las áreas académicas y administrativas. Ajusta sus decisiones y tareas en función de los objetivos institucionales, asegurando que la operación académica fluya con eficiencia. Reconoce cómo su trabajo incide en la calidad educativa, la acreditación institucional y el cumplimiento de metas clave en la experiencia de estudiantes y docentes.

Desafío

Resolución de problemas: El Coordinador Académico debe enfrentar problemas operativos como reajustes de carga docente, conflictos de horarios o cumplimiento de criterios curriculares. Resuelve estas situaciones aplicando normativa interna, juicio técnico y criterios de mejora continua. Anticipa cuellos de botella, propone ajustes prácticos y asegura la continuidad académica sin afectar la experiencia educativa ni los indicadores de calidad del servicio prestado.

Liderazgo: El Coordinador Académico lidera un equipo de soporte académico, organizando y supervisando tareas, generando una cultura de cumplimiento y mejora continua. Acompaña a sus colaboradores en la resolución de problemas, fomenta buenas prácticas, canaliza necesidades de formación y ajusta procedimientos según los requerimientos del entorno académico. Su liderazgo incide directamente en la eficiencia operativa y en la calidad del servicio al estudiante.

Comunicación: El Coordinador Académico comunica lineamientos académicos, decisiones administrativas y criterios operativos a docentes, directivos y personal de apoyo. Lo hace con precisión, claridad y sentido institucional, considerando el impacto de sus mensajes en la dinámica académica y el bienestar de los actores involucrados. Su capacidad de comunicación permite coordinar acciones y resolver tensiones dentro del ecosistema educativo.

Influencia

Autonomía: El Coordinador Académico opera con autonomía táctica en sus decisiones diarias, ajustando procedimientos y resolviendo contingencias sin supervisión directa. Tiene capacidad para proponer mejoras en los procesos académicos, basadas en datos y observación de terreno. Su nivel de independencia le permite actuar con flexibilidad ante imprevistos, manteniendo la alineación con los objetivos académicos institucionales.

Forma del impacto: El Coordinador Académico impacta directamente en los resultados del área a través de la eficiencia en la gestión curricular, la coordinación con los docentes y la resolución oportuna de problemas. Su rol asegura la correcta ejecución de las actividades académicas, la continuidad de los procesos internos y la alineación con los estándares de calidad definidos por la institución.

Alcance del impacto: El alcance del Coordinador Académico incluye a su equipo de soporte directo, a los docentes con los que interactúa y a todas las unidades académicas con las que colabora. Sus decisiones afectan la calidad de la experiencia estudiantil, la fluidez operativa del campus y el cumplimiento de estándares que inciden en la acreditación y reputación institucional.

Responsabilidades

Actividades operativas (60%)

Actividades tácticas (40%)

Actividades estratégicas (0%)

No aplica para este cargo.

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Coordinador Académico mantiene interacción permanente con docentes, estudiantes, administrativos del campus, Dirección de Carrera, Vicerrectoría Académica y unidades de apoyo como registro curricular, planificación o aseguramiento de la calidad. Estas relaciones buscan garantizar el cumplimiento del plan académico, el apoyo a la docencia y la fluidez de los procesos académicos.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en competencias. A continuación, se presentan las preguntas sugeridas para cada competencia identificada, junto con las expectativas de respuesta alineadas con los requerimientos del rol.

Competencias clave

Competencias deseables

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se caracteriza por un entorno humano, participativo y orientado al desarrollo mutuo. Las relaciones laborales tienden a construirse sobre la empatía, la colaboración y el acompañamiento, con un liderazgo que guía desde la cercanía más que desde la autoridad formal. Se valora la estabilidad emocional, la contención interpersonal y el compromiso con una misión compartida, reforzada por dinámicas inclusivas y espacios de reflexión colectiva. El trabajo cotidiano privilegia el vínculo, el aprendizaje recíproco y la posibilidad de contribuir al crecimiento de otros, en un clima que equilibra calidez relacional con estructuras moderadas y apertura al cambio.

La cultura de esta organización tiende a priorizar el compromiso colectivo y el bienestar compartido por sobre el logro individual o la visibilidad profesional. Las decisiones se orientan a propósitos comunes más que a la ambición personal, marcando un patrón colaborativo. Frente a la tensión entre estabilidad y cambio, ambas fuerzas se equilibran, generando un entorno donde la apertura a nuevas ideas convive con la necesidad de orden. En cuanto al equilibrio entre el cumplimiento de normas y la experiencia positiva del trabajo, existe una inclinación hacia entornos que promueven bienestar emocional sin dejar de lado la consistencia organizacional. Finalmente, se privilegia la conexión interpersonal, la cohesión y el sentido de comunidad, por sobre la expresión individual sin filtros. Este patrón motiva la incorporación de personas empáticas, cooperativas y emocionalmente disponibles, capaces de integrarse con naturalidad a una cultura orientada a lo relacional y al desarrollo compartido.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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