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Descriptor de cargo: Analista de Riesgo de Crédito

Propósito

El Analista de Riesgo de Crédito tiene como propósito principal evaluar solicitudes de crédito, monitorear la cartera vigente y desarrollar modelos de análisis que permitan mitigar el riesgo financiero. Su trabajo garantiza decisiones informadas que balanceen crecimiento y sostenibilidad del portafolio crediticio.

Descripción general

El Analista de Riesgo de Crédito es un Profesional de Nivel Intermedio, con rol de contribuyente individual y no corresponde a un cargo crítico. Pertenece a la función de Gestión de Riesgos, clasificada como función clave del negocio. Reporta directamente al Jefe de Análisis de Riesgo, quien a su vez reporta al Gerente de Gestión de Riesgos.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 50% de actividades operativas y 50% de actividades tácticas. Entre sus principales tareas se incluyen la evaluación de riesgos crediticios, el desarrollo de modelos cuantitativos, la emisión de recomendaciones, el monitoreo de cartera y la colaboración con áreas comerciales.

Su impacto se refleja en la calidad del análisis crediticio y la confiabilidad de los modelos aplicados. Influye en las decisiones de aprobación de crédito y en la salud financiera del portafolio del banco, con un alcance que afecta tanto a su equipo directo como a funciones comerciales, normativas y estratégicas relacionadas.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El cargo exige dominio técnico en análisis financiero, evaluación de riesgo crediticio y desarrollo de modelos estadísticos. El Analista debe manejar herramientas como Python, R o SAS para construir y ajustar modelos predictivos. Estos conocimientos permiten evaluar técnicamente a los solicitantes, estimar niveles de exposición y diseñar criterios robustos que sustenten decisiones crediticias confiables, sostenibles y alineadas con las políticas y normativas del banco.

Conocimiento del negocio: El Analista de Riesgo de Crédito debe comprender cómo interactúan rentabilidad, exposición y regulación en el negocio crediticio. Conecta su análisis técnico con las dinámicas de áreas comerciales, de cumplimiento, control y estrategia, entendiendo cómo cada decisión de riesgo impacta el crecimiento y sostenibilidad del portafolio. Esta visión integrada fortalece la calidad de sus recomendaciones y contribuye al alineamiento institucional en la gestión del riesgo.

Desafío

Resolución de problemas: Este cargo enfrenta problemas complejos como inconsistencias en datos, cambios en comportamiento de cartera o ajustes regulatorios. Para abordarlos, el Analista aplica modelos estadísticos, interpreta indicadores financieros y combina juicio técnico con criterios normativos. Cada recomendación es resultado de una evaluación lógica y rigurosa que considera contexto, precedentes y proyecciones, aportando soluciones fundamentadas que fortalecen la toma de decisiones crediticias de forma cuantificable y confiable.

Liderazgo: Aunque no lidera personas directamente, el Analista de Riesgo de Crédito ejerce liderazgo técnico en proyectos complejos. Aporta criterios para validar modelos, revisa entregables de colegas menos experimentados y sugiere mejoras metodológicas. Su influencia técnica impacta tanto la calidad del análisis como la capacidad del equipo para sostener estándares rigurosos. Este liderazgo informal es clave en procesos colaborativos y en el desarrollo técnico del área.

Comunicación: Debe comunicar análisis técnicos complejos a públicos diversos, como áreas comerciales, comités o ejecutivos no especialistas. El Analista adapta su lenguaje sin sacrificar precisión ni profundidad, asegurando que sus recomendaciones sean comprendidas, consideradas y accionadas. Redacta informes claros y sustenta verbalmente sus conclusiones, contribuyendo a decisiones alineadas con criterios de riesgo. La calidad de su comunicación incide directamente en la implementación efectiva de sus análisis.

Influencia

Autonomía: Opera con alto grado de autonomía para realizar análisis, ajustar modelos y emitir recomendaciones. Aunque recibe lineamientos generales, gestiona sus tiempos y entregables con responsabilidad, priorizando tareas críticas y asegurando cumplimiento de estándares técnicos. Su autonomía permite una respuesta ágil ante nuevas solicitudes o cambios en condiciones de cartera, fortaleciendo la confiabilidad del análisis y reduciendo la dependencia de supervisión continua.

Forma del impacto: El impacto del Analista es directo y técnico: sus modelos y evaluaciones influyen en decisiones de aprobación, rechazos, límites de crédito y definición de políticas. La precisión de sus análisis afecta el perfil de riesgo del banco y la calidad del portafolio. Su aporte permite decisiones informadas que equilibran crecimiento con control de exposición, contribuyendo a la estabilidad financiera y al cumplimiento normativo de la organización.

Alcance del impacto: Su trabajo incide en múltiples niveles: afecta a su equipo, áreas comerciales, comités de crédito y funciones de control interno. Aporta criterios clave para decisiones tácticas y estratégicas en la gestión de cartera. La confiabilidad de sus modelos impacta no solo en operaciones específicas, sino en la definición de políticas y en la capacidad institucional para anticipar, prevenir y mitigar riesgos crediticios relevantes para el negocio.

Responsabilidades

Actividades operativas (50%)

Actividades tácticas (50%)

Actividades estratégicas (0%)

No aplica para este cargo.

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Analista de Riesgo de Crédito interactúa regularmente con áreas comerciales, comités de crédito, analistas senior y equipos normativos. Estas interacciones permiten validar información, compartir criterios técnicos y coordinar decisiones alineadas con el perfil de riesgo del banco.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en competencias. A continuación, se presentan las preguntas sugeridas para cada competencia identificada, junto con las expectativas de respuesta alineadas con los requerimientos del rol.

Competencias clave

Competencias deseables

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se estructura en torno a la exigencia constante, el rendimiento individual y la competitividad profesional. El entorno de trabajo es dinámico, enfocado en resultados visibles y con una fuerte orientación a la obtención de ventajas estratégicas. Los liderazgos tienden a ser directos y evaluativos, promoviendo altos estándares de desempeño y capacidad de reacción ante escenarios cambiantes. Las relaciones internas se definen por la colaboración funcional, con énfasis en la responsabilidad personal y la eficacia bajo presión. Se espera una disposición permanente a superarse, destacar en contextos desafiantes y actuar con foco en los objetivos de negocio.

El motor principal de esta organización es la búsqueda de logros individuales y el posicionamiento competitivo, con escaso énfasis en propósitos trascendentes o misiones colectivas. Existe una fuerte apertura a la experimentación, el cambio y la búsqueda de nuevas oportunidades, por sobre la necesidad de control o estabilidad normativa. En cuanto al equilibrio entre el cumplimiento formal y la experiencia laboral gratificante, ambas dimensiones se consideran relevantes, sin una dominancia clara. Por otro lado, las relaciones tienden a estructurarse más en torno a la pertenencia funcional y la colaboración táctica, que a la expresión genuina de individualidades. Este patrón impulsa un entorno donde se valoran personas ambiciosas, adaptables y con alta disposición al esfuerzo, capaces de rendir bajo presión y destacarse en escenarios de alta exigencia.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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