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Descriptor de cargo: Analista de Políticas Públicas

Propósito

El Analista de Políticas Públicas tiene como propósito generar análisis técnicos que sustenten el diseño, evaluación o mejora de políticas públicas. A través del estudio sistemático de evidencia, la redacción de informes y la coordinación con equipos internos y externos, contribuye a la toma de decisiones estratégicas en el diseño y ejecución de programas públicos.

Descripción general

El Analista de Políticas Públicas es un Profesional Consolidado, con rol de contribuyente individual y no corresponde a un cargo crítico. Pertenece a la función de Políticas Públicas, clasificada como función de soporte. Reporta directamente al Coordinador de Estudios y Evaluación, quien a su vez reporta al Jefe de División de Estudios.

Sus responsabilidades se distribuyen en un 20% de actividades estratégicas, 50% de actividades tácticas y 30% de actividades operativas. Su trabajo combina análisis de políticas, diseño de propuestas, elaboración de informes técnicos, participación en mesas de trabajo y apoyo en la generación de nuevos programas o ajustes institucionales.

Su impacto se refleja en la calidad del análisis y la evidencia técnica utilizada para sustentar decisiones estratégicas. Sus entregables influyen en la planificación institucional y en la coordinación entre divisiones, así como en las recomendaciones de diseño de política que alcanzan niveles de alta dirección.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Analista de Políticas Públicas aplica conceptos, metodologías y herramientas analíticas propias de su disciplina, con dominio sólido en análisis de políticas, evaluación de programas y redacción técnica. Su conocimiento le permite integrar insumos diversos, generar propuestas fundadas y adaptar su trabajo en función de estándares metodológicos, objetivos institucionales y prioridades de alto nivel.

Conocimiento del negocio: Comprende la interacción entre su función y otras áreas como planificación, presupuesto, normativas y gestión institucional. Reconoce las interdependencias entre unidades y ajusta sus entregables para aportar valor a procesos más amplios. Este entendimiento le permite coordinar eficazmente, anticiparse a requerimientos técnicos y alinear su trabajo con decisiones estratégicas del servicio público.

Desafío

Resolución de problemas: Enfrenta problemas analíticos complejos, como inconsistencias en datos, evaluación de instrumentos multisectoriales o diagnósticos con vacíos de información. Utiliza marcos conceptuales, evidencia empírica y precedentes técnicos para formular soluciones fundamentadas. Aplica juicio analítico riguroso, integrando diversas fuentes para sustentar propuestas que contribuyan a decisiones institucionales robustas y contextualizadas.

Liderazgo: El Analista de Políticas Públicas no tiene personal a cargo pero ejerce un liderazgo funcional asignando y coordinando tareas dentro del equipo de Estudios y Evaluación. Influye directamente en los aspectos técnicos de su área, asegurando que las metodologías adoptadas reflejen las mejores prácticas y contribuyan al desarrollo de capacidad dentro del equipo, siendo un referente en la gestión de proyectos asignados.

Comunicación: El cargo requiere habilidades sofisticadas de comunicación y diplomacia para convencer e influenciar a participantes de diferentes departamentos y entidades externas. La capacidad del Analista para presentar argumentos substanciados y persuasivos, tanto verbalmente como por escrito, asegura que se logre consenso sobre las propuestas de mejoría en políticas y que la implementación de cambios sea efectiva y alineada con los intereses organizacionales.

Influencia

Autonomía: Opera con autonomía significativa en la ejecución de sus análisis, definiendo enfoques metodológicos, estructurando informes y priorizando entregables según lineamientos institucionales. Aporta mejoras técnicas en los procesos y responde con efectividad ante tareas críticas, con mínima supervisión directa y alta responsabilidad sobre la calidad del contenido entregado.

Forma del impacto: Su trabajo impacta directamente en la calidad de análisis técnicos utilizados por su equipo y otros equipos interrelacionados. Asegura la consistencia, solidez y oportunidad de los entregables, lo que permite tomar decisiones más precisas, aumentar la confiabilidad institucional y mejorar la planificación de políticas públicas.

Alcance del impacto: Influye tanto en su equipo como en áreas relacionadas, como evaluación, planificación y coordinación interministerial. Su análisis técnico se integra en procesos institucionales más amplios, afectando la calidad de productos transversales y contribuyendo significativamente a la coherencia de propuestas, diagnósticos o intervenciones a nivel intersectorial o nacional.

Responsabilidades

Actividades operativas (30%)

Actividades tácticas (50%)

Actividades estratégicas (20%)

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Analista de Políticas Públicas interactúa frecuentemente con equipos internos de planificación, presupuesto, evaluación y diseño de programas. También colabora con unidades normativas, actores externos del sector público y centros de estudio, participando en mesas técnicas, talleres o instancias de revisión. Su interacción tiene propósito técnico, estratégico y de coordinación interinstitucional.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en logros. El candidato deberá presentar entre 3 y 5 logros relevantes, describiendo la complejidad del problema enfrentado, los desafíos de liderazgo y comunicación, el grado de autonomía con que actuó y el impacto generado en la organización.

Descripción de logros

1. Complejidad del problema:

Grado de dificultad, ambigüedad o novedad del problema enfrentado, considerando múltiples variables e impactos organizacionales.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo estructuró una propuesta de mejora normativa o programa público, integrando análisis legal, evidencia empírica y consideraciones institucionales para definir una recomendación viable.

2. Desafío de liderazgo:

Nivel de influencia, coordinación y movilización de personas o equipos requeridos para avanzar hacia una solución efectiva.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo apoyó a colegas o practicantes en el uso de marcos de análisis o revisión documental, contribuyendo al desarrollo técnico del equipo sin tener rol formal de jefatura.

3. Desafío de comunicación:

Esfuerzo necesario para alinear intereses, persuadir actores clave y facilitar decisiones en contextos diversos o con información sensible.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo presentó un informe técnico o posición institucional ante una audiencia diversa, ajustando lenguaje y estructura para asegurar comprensión en contextos políticos o ciudadanos.

4. Grado de autonomía:

Nivel de independencia en el análisis, decisión y ejecución, sin necesidad de supervisión directa o validaciones jerárquicas constantes.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo definió recomendaciones técnicas dentro de su ámbito de responsabilidad, alineadas con objetivos institucionales y fundamentos de política pública.

5. Impacto organizacional:

Manera en que la acción realizada transformó estructuras, procesos o decisiones, modificando el funcionamiento o dirección de la organización.

Qué se espera:

El candidato debería describir cómo su trabajo fortaleció propuestas de política, mejoró la calidad del debate público o facilitó decisiones informadas dentro del ministerio.

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional se expresa como un entorno estable, cooperativo y orientado al servicio colectivo. Las relaciones laborales se fundamentan en la confianza interpersonal, el respeto por los procesos y la búsqueda del bien común. El liderazgo se ejerce desde la cercanía operativa, promoviendo estructuras claras y decisiones consensuadas. El trabajo cotidiano se caracteriza por la continuidad institucional, el acompañamiento mutuo y la contención emocional, dentro de una lógica que combina cohesión grupal y cumplimiento estructurado.

Esta organización se orienta con claridad hacia misiones compartidas y el impacto colectivo, dejando en segundo plano los logros personales o la ambición individual. La necesidad de orden, previsibilidad y control domina ampliamente sobre la apertura al cambio o la innovación disruptiva. El entorno laboral prioriza generar experiencias positivas y bienestar en el trabajo, por sobre la rigidez normativa, manteniendo una actitud amable pero flexible respecto al cumplimiento estricto de reglas. En el plano relacional, se privilegia la integración al equipo y la armonía grupal, más que la expresión personal sin restricciones. Este patrón cultural favorece a personas comprometidas, cooperativas y emocionalmente estables, capaces de sostener vínculos consistentes y orientarse al servicio público con disposición afectiva y responsabilidad institucional.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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