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Descriptor de cargo: Analista de Abastecimiento

Propósito

El Analista de Abastecimiento tiene como propósito asegurar el flujo oportuno y eficiente de productos hacia los centros de distribución, alineando las órdenes de compra con la demanda proyectada. Contribuye a la disponibilidad en tienda, la rotación de inventario y la optimización de costos logísticos.

Descripción general

El Analista de Abastecimiento es un Profesional de Nivel Intermedio, con rol de contribuyente individual y no corresponde a un cargo crítico. Pertenece a la función de Logística / Abastecimiento, clasificada como función de soporte. Reporta directamente al Jefe de Abastecimiento y Compras, quien a su vez reporta al Gerente de Logística y Abastecimiento.

Su tiempo se distribuye equitativamente entre tareas operativas (50%) y tácticas (50%). Entre sus responsabilidades se incluyen el análisis de inventario, emisión de órdenes de compra, seguimiento de entregas, coordinación con proveedores y optimización de parámetros de abastecimiento.

Su impacto se refleja en la eficiencia del abastecimiento, la reducción de quiebres de stock y el cumplimiento de los niveles de servicio. El alcance de su influencia afecta tanto a su equipo como a áreas relacionadas, incluyendo logística y operaciones comerciales.

Complejidad e impacto

Profundidad de conocimiento

Conocimiento funcional: El Analista de Abastecimiento requiere dominio técnico en planificación de inventarios, abastecimiento y sistemas ERP. Aplica procedimientos definidos con precisión y propone mejoras operativas en parámetros logísticos. Su conocimiento funcional permite emitir órdenes eficientes, ajustar configuraciones en sistemas y mantener la continuidad del flujo de productos con base en análisis objetivos y criterios técnicos aplicados al entorno logístico.

Conocimiento del negocio: El Analista de Abastecimiento comprende cómo sus decisiones afectan inventario, rotación, experiencia de cliente y costos logísticos. Su trabajo se vincula con planificación, distribución y ventas, permitiendo una coordinación efectiva entre áreas. Este conocimiento le permite ajustar la operación de abastecimiento de acuerdo con objetivos transversales del negocio, con foco en eficiencia operativa, cumplimiento de stock y continuidad del servicio.

Desafío

Resolución de problemas: El Analista de Abastecimiento identifica desajustes, quiebres y sobrestock mediante análisis de inventarios, entregas y consumos. Evalúa soluciones comparando precedentes y propone ajustes operativos validados por su equipo. Utiliza datos históricos y su experiencia para optimizar abastecimiento, anticipar fallas y reducir errores logísticos, aportando mejoras concretas que aumentan la confiabilidad del proceso de reposición.

Liderazgo: Aunque no tiene personal a cargo, el Analista de Abastecimiento guía a compañeros menos experimentados, especialmente en herramientas ERP o análisis de rotación. Brinda apoyo técnico, participa en inducción de nuevos integrantes y actúa como referente en procesos clave del área. Su liderazgo es horizontal y se basa en el conocimiento funcional, lo que fortalece la operación y la colaboración dentro del equipo.

Comunicación: El Analista de Abastecimiento debe transmitir hallazgos técnicos, criterios de compra y ajustes logísticos a proveedores y áreas internas. Utiliza comunicación clara, precisa y profesional para coordinar acciones, validar datos y resolver incidencias. Este nivel de comunicación impacta directamente en decisiones de abastecimiento, plazos de entrega y efectividad de la cadena de suministro.

Influencia

Autonomía: Opera con alta autonomía en el uso de herramientas, análisis de inventario y emisión de órdenes de compra. Dentro de lineamientos generales, toma decisiones sin requerir aprobación directa para cada acción. Esta autonomía permite agilidad operativa y mejora continua del abastecimiento, aportando eficiencia y capacidad de respuesta frente a desviaciones o ajustes necesarios.

Forma del impacto: El impacto del Analista de Abastecimiento se refleja en la eficiencia del abastecimiento, la continuidad operativa y la reducción de quiebres. Sus decisiones técnicas influyen directamente en cumplimiento de indicadores, tiempos logísticos y rotación. Aunque su rol es operativo-táctico, su trabajo tiene consecuencias relevantes en costos, nivel de servicio y experiencia de cliente en tienda.

Alcance del impacto: Sus decisiones inciden en abastecimiento, logística, operaciones y distribución. Afecta directamente el rendimiento del equipo de abastecimiento y también la coordinación con áreas clave, como comercial y planificación. Su alcance es transversal dentro de la cadena de suministro, ya que asegura la disponibilidad de productos y el cumplimiento de objetivos operativos del negocio.

Responsabilidades

Actividades operativas (50%)

Actividades tácticas (50%)

Actividades estratégicas (0%)

No aplica para este cargo.

Requisitos

Formación y experiencia

Conocimientos

Conocimientos clave:

Conocimientos deseables:

Capacidades personales

Competencias

Competencias clave:

Competencias deseables:

Otros

Interacciones

El Analista de Abastecimiento interactúa con áreas internas como Logística, Planificación y Comercial para coordinar ajustes de stock, validar demandas o resolver incidencias. A nivel externo, se comunica con proveedores para dar seguimiento a órdenes de compra, coordinar entregas y resolver desajustes, influyendo directamente en la cadena de suministro.

Evaluación de desempeño

Criterios de evaluación

Ejemplos de indicadores medibles

Información laboral & administrativa

Guía de preguntas y respuestas

Para este cargo se propone una entrevista basada en competencias. A continuación, se presentan las preguntas sugeridas para cada competencia identificada, junto con las expectativas de respuesta alineadas con los requerimientos del rol.

Competencias clave

Competencias deseables

Demanda cognitiva del cargo

Este análisis se basa en la aplicación estructurada de modelos científicos reconocidos en psicología cognitiva, especialmente el modelo CHC (Cattell–Horn–Carroll), que clasifica las capacidades mentales en seis dominios estables y medibles para describir la demanda cognitiva del trabajo: Inteligencia Fluida (Gf), Inteligencia Cristalizada (Gc), Memoria de Trabajo (Gwm), Velocidad de Procesamiento (Gs), Capacidad Visoespacial (Gv) y Memoria a Largo Plazo y Recuperación (Glr).

Estas capacidades permiten describir con precisión los procesos mentales que requiere el ocupante de un cargo para enfrentar distintos tipos de desafíos intelectuales que demanda el rol, desde la resolución de problemas inéditos hasta la retención eficiente de información, el análisis verbal complejo o la integración de aprendizajes previos.

Las demandas cognitivas se organizan en tres niveles de relevancia para el cargo: capacidades clave, complementarias y no relevantes. Una capacidad clave es esencial para cumplir con las exigencias cognitivas del rol; su nivel requerido será Medio, Medio-alto o Alto, en función del grado de desafío identificado. Una capacidad complementaria no es imprescindible, pero puede potenciar el desempeño en ciertos contextos laborales o tareas específicas, y niveles bajos podrían representar una limitación bajo presión o carga elevada. Por último, una capacidad no relevante tiene bajo o nulo impacto directo en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar el funcionamiento general si interactúan con otras debilidades del entorno o del rol.

Perfilamiento del ocupante del cargo

Este perfilamiento está basado en el modelo de personalidad Big Five, reconocido globalmente por su solidez científica y su capacidad para predecir el desempeño en distintos entornos laborales. La evaluación se realiza considerando 10 rasgos que componen los cinco factores principales de la personalidad: Apertura, Responsabilidad, Amabilidad, Extraversión y Neuroticismo.

La apertura en 10 rasgos permite una mayor precisión y profundidad en la definición de los requisitos intelectuales, conductuales y emocionales del ocupante del cargo, al capturar matices como el estilo de pensamiento, la forma de relacionarse, la organización personal o la respuesta ante la presión. Además, facilita distinguir cuáles rasgos son más estables y cuáles presentan mayor maleabilidad, lo que resulta clave tanto para la selección como para el desarrollo y la gestión del talento.

Los requisitos del perfil se organizan en torno a cuatro niveles de relevancia para el cargo: rasgos clave, complementarios, acotados y no relevantes. Un rasgo clave es esencial para el éxito en el cargo y determina la capacidad del ocupante para cumplir con las exigencias del rol; su intensidad requerida será Media, Media-Alta o Alta. Un rasgo complementario no es estrictamente necesario, pero potencia el desempeño en ciertas situaciones del rol. Un rasgo acotado puede estar presente, pero controlado, ya que niveles altos podrían generar desalineación con el cargo. Por último, un rasgo no relevante tiene bajo o nulo impacto en el desempeño esperado, aunque niveles muy bajos podrían afectar indirectamente ciertas conductas básicas de funcionamiento laboral, por lo que no deben ser descartados sin análisis contextual.

Ajuste a la cultura organizacional

La cultura organizacional está orientada al rendimiento visible, la superación constante y la capacidad de adaptación a demandas del entorno. El trabajo se desarrolla en un contexto dinámico, con foco en el cumplimiento de metas comerciales, toma rápida de decisiones y coordinación funcional efectiva. Los liderazgos combinan exigencia y acompañamiento estratégico, promoviendo una lógica de mejora continua y visibilidad del desempeño individual. Las relaciones laborales son operativas, colaborativas y centradas en los resultados, en un marco que valora la resiliencia, la velocidad de respuesta y la responsabilidad personal frente a indicadores exigentes.

La dinámica de esta organización favorece el posicionamiento individual y el logro profesional, con menor énfasis en misiones trascendentes o compromisos colectivos. Se prioriza la innovación, la agilidad y la apertura a nuevas ideas frente al deseo de estabilidad o estructuras rígidas. El foco está en el cumplimiento normativo más que en la creación de ambientes altamente estimulantes, lo que genera una cultura de orden funcional. A nivel relacional, se promueve la integración al equipo y la cohesión táctica, por sobre la expresión individual sin filtro. Este patrón cultural propicia la incorporación de personas ambiciosas, flexibles y orientadas a la acción, que operan bien en entornos cambiantes con altas exigencias y metas claras.

Para caracterizar al individuo que encarna esta cultura, se emplea el marco de los valores de Schwartz, un conjunto de principios universales que reflejan aquello que una persona valora, privilegia y considera importante al tomar decisiones y relacionarse en el trabajo. Precisar el nivel de cada valor permite traducir la dinámica cultural descrita en pautas de comportamiento concretas, desde la visión organizacional hasta el perfil personal que la representa.

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